OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Tuesday, September 25, 2007

THE WOMAN IN THE WINDOW (1944)



Allá por 1946 las revistas francesas comenzaron a llamar bajo el mote de “noir” a un grupo de films que provenían de los Estados Unidos y que poseían ciertos elementos temáticos y estéticos en común que los emparentaba transversalmente con el cine francés que se conocía como “de los bajos fondos”. Sin embargo la verdadera influencia creadora de este género cinematográfico proviene de la literatura norteamericana de policiales negros escrita por geniales autores como Raymond Chandler, Ernest Hemingway o Dashiell Hammett. Pero para hablar de ésta obra de Fritz Lang quiero retomar la primera enunciación del término por los franceses porque puntualmente el conjunto al que aplicaron la palabra “noir” está compuesto por cinco películas. Las mismas eran “Double Indemnity” (Billy Wilder), “The Maltese Falcon” (John Huston), “Laura” (Otto Preminger), “Murder, My Sweet” (Edward Dmytryk) y “The Woman in The Window” (Fritz Lang). Este antecedente sitúa al film que comentamos en un lugar de privilegio histórico ya que se lo considera fundamental a la hora de entender los tópicos y funciones de este género renovador, tal vez uno de los más importantes de Hollywood.
La trama nos muestra a un profesor de psicología (Edward G. Robinson) que se junta con sus amigos en un selecto club a debatir sobre los peligros que podría significar para gente de su edad adentrarse en una aventura prohibida. Inmediatamente al terminar la discusión el catedrático busca en la biblioteca el erótico libro del Rey Salomón “El Cantar de los Cantares” y a través de su lectura se pierde entre sueños. Luego de esta breve siesta se dispone a marcharse a su hogar pero en el camino se detiene a apreciar en una vidriera un retrato pictórico de una hermosa mujer. De manera misteriosa la misma modelo del cuadro aparece como un espectro fantasmal al lado de nuestro protagonista pidiéndole fuego. De ahí se van a beber unas copas a un club nocturno y más tarde al departamento de la dama para conocerse más en la intimidad. Cuando todo parece marchar bien en medio de la velada irrumpe un hombre de forma violenta intentando matar al docente. A partir de ese momento la cotidianeidad pasa a transformarse en una suerte de pesadilla de la que no se tiene escapatoria.
En este caso el elemento trágico está dado por el paso de más que da nuestro protagonista al envolverse en una aventura con una mujer mucho más joven que él luego de haber sido prevenido por sus colegas cuando justamente este idilio amoroso está condenado socialmente. Una de las características de éste género era la de mostrar las capas ocultas del sueño americano denunciando su falsa existencia al evidenciar los aspectos más oscuros del mismo. En este relato se puede ver que los tres hombres que se acercan a la joven y bella femme fatale (Joan Bennett) terminan mal (dos son asesinados y el restante es un asesino suicida). Pero esta mujer actúa como aquellas sirenas de la mitología encantando a los caballeros con la belleza que irradia su retrato. Pero una de las cosas que Lang nos quiere decir con esta historia es que en la Norteamérica de 1940 no estaba bien visto que un hombre respetable salga con una mujer más joven y mucho menos si ésta pertenecía a una clase social inferior. Volviendo a la narrativa hay un aspecto que no ha quedado muy bien y es el final, que no pretendo revelar por respeto a aquellos que lo desconocen pero que desgraciadamente tuvo que ser cambiado de la idea original presente en la novela de J. H. Wallis. El realizador cinematográfico se vio forzado a torcer el desenlace por uno edulcorado y moralista que pudiera superar la censura del código de producción de la época.
En relación a los aspectos de puesta en escena hay que rescatar un rasgo bien característico de Lang y es el de mover la cámara sutilmente con pequeños travellings hacia atrás y adelante y delicados paneos laterales que siempre están en función de presentarnos de manera más dramática el espacio. Quizás sea porque el director vienés era un amante de la arquitectura y priorizaba la especialidad, en su cine abundan los objetos que nos dan sentido de profundidad en los decorados y las sombras propias heredadas del expresionismo. El otro acierto es la elección del elenco que encabeza un extraordinario Edward G. Robinson en una actuación medida y un gran segundón como Dan Duryea que aparece para darle fuerza a la historia en un momento en el que podría haberse caído. El guión de Nunnally Johnson está construido con símbolos muy bien integrados a la trama como las luces o veladores que se prenden en diferentes momentos del film como si quisieran marcarnos un camino entre sueños o un vano intento de despertar de la pesadilla al profesor. Otro ejemplo es el medicamento que consume el protagonista que de tomarlo en exceso podría golpear letalmente su corazón como una clara referencia a los miedos de vivir intensamente en una edad en la que esto parece vedado.
Me gustaría terminar con una referencia a la siguiente película de Lang llamada “Scarlet Street” (1945) que no sólo tuvo una temática similar pero un poco más arriesgada, sino también al mismo elenco compuesto por el trio Robinson – Bennett - Duryea. Por eso es fundamental apreciar “The Woman in the Window” y “The Scarlett Street” como dos pequeños retratos del hombre de clase media norteamericana que es castigado por atreverse a desafiar el lugar sistémico que le toca ocupar entregándose a vivir algo que no está diseñado para él.

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Tuesday, September 18, 2007

THE MONEY PIT (1986



Al hablar de la comedia en el cine sonoro es imposible no referirse con elogios a los maestros Ernst Lubitsch, Preston Sturges y Billy Wilder. Justamente porque en las películas realizadas por los componentes de este trío encontraremos la apoteosis del género. Sólo a partir de estas obras maestras podremos entender el pleno funcionamiento de los tópicos y las estructuras que se requieren para hacer de la risa una expresión artística. Quería comenzar citando a estos maestros porque últimamente nos encontramos con un sin fin de comedias que se producen dentro de la industria cinematográfica y que poco tienen que ver con aquellas gemas de antaño. No es que uno piense que lo pasado fue mejor sino que en muchos de estos casos los ejemplos carecen de las sustancias esenciales que hacen que una cinta trascienda dentro del corpus genérico. El error habitual que se comete en la actualidad es recaer en el gag sin sentido más que el de provocar la risa instantánea descuidando así la funcionalidad de la broma en el conjunto de la narración. Pero para demostrar que no es una cuestión temporal sino más bien de calidad, elegí para esta ocasión una comedia más cercana a nuestra época que aquellas del auge del cine clásico.
Richard Benjamín en “The Money Pit” nos cuenta la historia de un abogado de talentos que hereda las deudas de su padre y debe afianzarse en su trabajo para poder ganarse la vida. Paralelo a esto tiene una relación de pareja en la que su mujer se niega al casamiento por una antigua mala experiencia con un excéntrico director de orquesta. La trama arranca en el instante en que ambos deben abandonar un departamento prestado para procurarse una nueva casa. Luego de reunir, con sumo esfuerzo, cierta cantidad de dinero deciden comprar una mansión de época en las afueras de la ciudad a un precio sospechosamente bajo. La tragedia va a aparecer cuando la casa comience a desmoronarse para volverse un lugar inhabitable para ambos. Lo interesante en este film es que el tono de comedia va a estar dado por las bases más auténticas de este estilo como el enredo, el equívoco, lo absurdo y el doble sentido. Los gags visuales, que por otra parte provienen de un homenaje al mejor Búster Keaton, van siempre a significar algo metafórico con respecto al argumento. No es casual que lo primero que se rompa sea un escalón porque un paso adelante es justo lo que la pareja se niega a dar o que la escalera se desmorone totalmente con un gracioso Tom Hanks parado sobre ella intentando mantener el equilibrio de algún modo.
Esa escalera aparecerá como símbolo de unión de los concubinos y permanecerá ausente durante todo el tiempo que dure la pelea entre la pareja. Por otro lado se encuentran los disparatados albañiles que van a cumplir tres funciones: primero la literal de rearmar la casa arruinada, segundo la metafórica de reconstruir la relación entre Tom Hanks y Séller Long y tercero la mítica de ser una especie de coro griego que comente la acción ante el público.
Como se puede ver y a diferencia de la comedia actual no se espera que el cómico lleve adelante el relato con su carisma sino más bien que esté contenido dentro de una estructura narrativa y que a partir de dicho esquema pueda concentrarse en componer a un personaje que no tenga la presión de agradarnos con sus tics minuto a minuto. Uno de los fundamentos cinéfilos de esta obra está en que es una remake del film dirigido por H.C. Potter “Mr. Blandings Builds His Dream House” (1948) que tuviera a Cary Grant como protagonista.
La propuesta estética de esta producción de Steven Spielberg se encausa en el tipo de comedia que tenía como exponentes a Joe Dante y Penny Marshall allá por la década de 1980. En esta ocasión Benjamin pudo contar con un genio en la dirección de fotografía como Gordon Willis (The Goodfather I, II y Manhattan) y a actores secundarios de gran nivel como Joe Mantegna o Maureen Stapleton.
En cuanto a la influencia que dejó “The Money Pit” basta con pensar en “Duplex” (2003) o The Break Up (2006) para ver que este tema argumental de la pareja en crisis sumado a una vivienda nueva todavía es terreno fértil para llevar gente al cine.
Volviendo al plano argumental y para cerrar la historia, sólo cuando esa escalera sea reconstruida la pareja volverá a unirse y como bien dice el jefe de los albañiles esto sólo puede ser posible en los casos en que los cimientos sean buenos, lo que quiere decir realmente que el amor entre ellos sea verdadero. Traducida esta moraleja al cine sería: “Si se tomase más como referencia a los tres directores citados al comienzo las comedias resultarían nuevamente encantadoras”

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Tuesday, September 11, 2007

PRIME CUT (1972)



La pantalla abre en un frigorífico rural de los Estados Unidos con un poco de música country en la banda sonora. Al igual que con Martin Scorsese en muchos de sus films la imagen va ir conduciéndonos hacia la reconstrucción de un proceso en una suerte de secuencia de montaje como es bien característico de este recurso. En un momento de “Casino” (1995) se mostraba como de la ficha en la mesa se iba a la pila de fichas, luego a la bolsa de fichas, después a la caja de cobro para transformarse en monedas y más tarde al camión blindado para terminar así en una caja fuerte de un banco. En esta película el orden del procedimiento irá desde un camión de ganado a una vaca, del desguace de sus entrañas a una pasta de carne y finalmente desembocará en una tira de salchichas que irán a parar a un paquete con remitente. Si bien esto es muy visual pasa casi desapercibido para el espectador algo clave que marcará el violento tono del film: un zapato masculino aparece de manera descolgada en la cinta que transporta la carne. En la escena siguiente la encomienda va a parar a un hombre de traje que se encuentra negociando con Lee Marvin en un bar de Chicago. La misión del magnate es convencer a Marvin para que viaje al sur del país a cobrar un dinero de la mafia sin embargo nuestro héroe se niega y recomienda a un tal Jones para hacer el reclamo. No obstante nuestro hombre poderoso no pierde la esperanza y juega su carta crucial para convencerlo, pone el paquete de salchichas sobre la mesa diciendo: “Aquí está Jones, y no sé que hacer con él”, Marvin sorprendido (como nosotros) acepta la faena y responde “¿Lo querías?, Entonces dale un entierro digno”. Creo que el que acabo de relatar es uno de los comienzos más fantásticos dentro del género de policial moderno que se hayan filmado jamás. Uno queda prendido a la imagen como un abrojo y comienza a imaginarse un millón de situaciones que podrían darse más adelante. Todo esto con el disparador inicial de que el malo es tan terrible que convirtió a su enemigo en embutido y no precisamente en un film de terror. Lo bueno es que esas situaciones se van a ir dando y esto hace que la trama no se quede con ese brillante arranque sino que se vaya coronando con momentos de persecución surrealistas como aquella de Hitchcock en “North By Northwest“(1959) cuando un avión fumigador acosaba a Cary Grant en una encrucijada campestre. En esta oportunidad es una empaquetadora de heno la que quiere cobrarse la vida de Lee Marvin a campo traviesa bajo la plena luz del día. Es muy peligroso jugar con estos elementos que están al borde de la verosimilitud y que podrían hacernos desbarrancar en la construcción de la primera línea narrativa del relato (la literal). Pero por suerte el director Michael Ritchie lo consigue a fuerza de un aceitado montaje al estilo Griffith, encuadres de gran belleza pictórica y actuaciones de gran nivel. Al gran Marvin lo acompañan un no menor Gene Hackman y la bella debutante Sissy Spacek.
En las capas subterráneas de la obra podemos encontrar esa eterna diferencia y rivalidad del norte contra el sur latente desde la guerra de secesión. En dicha contienda se enfrentan la sencillez y pragmatismo del hombre triunfador contra la complejidad y brutalidad del sureño. Igualmente la mirada de Ritchie se centra en reforzar la idea de que aquellos que poseen la verdadera identidad del país son los derrotados y los norteños poco tienen que ver con esa norteamérica rural en el que está ambientado el relato. Los ganaderos mandan en sus tierras con su antigua política feudal entreteniendo a su pueblo con pan y circo, en este caso ferias y prostitutas. El hombre civilizado no acepta concesiones ante la barbarie y sólo está allí para consumar su idea de libertad y progreso. Uno piensa que debe acabar con el mal a cualquier precio y liberar a ese pueblo oprimido, y de hecho así lo hace, aunque muchas veces disparado por el dinero o la venganza.
El realizador de esta obra, Michael Ritchie, había comenzado su trabajo allá por la década de 1960 como director de series de televisión pero es recién en los ’70 cuando se afirma en el campo del cine. Para ser su segunda película “Prime Cut” aventuraba un futuro prodigioso que desgraciadamente no se cumplió. El hombre se dedicó a las comedias menores que no tuvieron demasiada fortuna salvo por un par realizadas con Chevy Chase entre las que se halla la risueña “Fletch” (1985). Ahora haciendo una pregunta que quizás no tenga una respuesta justa pienso ¿Debemos reconocer a un hombre por su mejor trabajo o por todos los otros mediocres que realizó? Para la crítica Ritchie será un oscuro trabajador pero para mí, luego de ver este film para será siempre una referencia.

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