OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Saturday, June 30, 2007

THE CARPETBAGGERS (1964)



Cuando Martin Scorsese decidió llevar a la pantalla grande la vida del increíble Howard Hughes el mundo del cine se sorprendió para bien porque parecía ser el tipo de proyecto que podía encausar la carrera del director neoyorkino. Ahora ustedes se preguntarán el por qué de breve esta introducción con Scorsese y “The Aviator” y es simplemente porque cuarenta años antes el talentoso Edward Dmytryk rodaba una cinta con el mismo tema. Esta película ha pasado realmente desapercibida en el transcurso del tiempo y lo que es aún más llamativo en aquel momento nadie la recordó para enriquecer las críticas de “The Aviator”. Pero el film se encuentra ahí y de manera intacta con un joven magnate que lleva el apellido de Cord en vez de Hughes pero que hace referencia a la misma personalidad. De carácter obsesivo y dominante, de modales extraños y en este caso cínicos Cord, interpretado por George Peppard, diseña y construye aviones y se dedica a la producción a de films en Hollywood. Si bien la obra de Martin Scorsese es más personal ésta no deja de ser menos interesante porque Dmytryk elige centrarse en los aspectos que para los cinéfilos pueden llegar a ser más atractivos de la vida del millonario. Aquí la historia no pasa tanto por la aviación sino que se encamina directamente como línea principal en el tema de hollywood y las películas. Esta elección nos permite descubrir el sistema de producción de films de la década de 1930, más precisamente la transición al sonoro a partir del personaje actuado por Peppard. Pero otro de los puntos centrales es la psicología perversa con la que se maneja nuestro protagonista, un hombre manipulador que es capaz de humillar a quienes lo aman y comprar con dinero a sus enemigos. Scorsese hacía hincapié en la locura de Hughes y cómo esta se apropiaba de él pero en Dmytryk esto se construye a partir de un niño caprichoso que nunca fue amado por sus padres. Este Peppard compone con lo que puede y con lo que sus limitaciones actorales le permiten. Seguramente este film hubiese tenido otra trascendencia si Dymytryck hubiera podido contar con otro elenco, y no es porque los elegidos son malos sino que no están a la altura de la circunstancia. George Peppard no puede ser un protagónico de esta categoría, Alan Ladd (hace de Nevada Smith) da signos de que este es su último trabajo ya que se lo ve claramente cansado y decaído, y quizás la única que podría estar realmente bien es Carroll Baker. Parece ser que en las actuaciones está la clave de que este film haya pasado sin pena ni gloria porque en cuánto al guión y la dirección se revela de forma impecable. Pero no me gustaría caerle solamente a los intérpretes sino que habría que también poner el ojo en el hecho de que los estudios ya estaban en decadencia y esta forma de producción tan fiel al decorado y al código clásico evidenciaba la necesidad inminente del cine moderno.
Con algunas curiosidades podemos destacar que Baker hace de la platinada blonda Jean Harlow y que el personaje de Nevada Smith fue objeto de una película homónima dirigida en 1966 por Henry Hataway actuada por Steve Mc Queen. “The Carpetbaggers” termina siendo una extensa película (150’) que se disfruta como una rareza que describe la época de oro del cine en un momento en el que ese resplandor dorado comenzaba a opacarse.

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Tuesday, June 26, 2007

INNERSPACE (1987)





Hace un tiempo atrás habíamos revisado el inquietante viaje propuesto por Richard Felischer en “Fantastic Voyage” (1966) dónde la tensión apoyada con la tecnología construía esta expedición al interior del cuerpo humano. Pero ahora me gustaría abordar la misma travesía desde la descontracturada óptica del genial Joe Dante en la cinta “Innerspace” (1987). En esta remake el director nos entrega un enérgico cock-tail en el que se mezclan en iguales cantidades ciencia ficción, buddy movie y comedia romántica. Quizás esa sea la fórmula perfecta que mejor defina a Dante en la mayoría de sus películas, el lacre de autoría con el que rubrica sus obras. Por la década de 1980 el realizador pasaba su mejor período no sólo a nivel creativo sino también de recepción del público. Las entregas de Dante reventaban la taquilla mundial ofreciéndole a los múltiples espectadores la posibilidad de disfrutar de algo que no distingue de edades: una dosis de buen cine.
Para este proyecto consiguió a una de las mejores parejas románticas que dio Hollywood por aquellos años, Meg Ryan y Denis Quiad, pero para molestar un poco y darle el pase de comedia que faltaba incorporó también al espástico Martin Short en el medio. De forma ingeniosa utilizó el vehículo de lo fantástico para meter una parodia de espionaje y de paso separar a la pareja durante todo el film.
La trama de esta obra gira en torno a un alcohólico piloto de aviación interpretado por Dennis Quaid que participa de un secreto experimento de miniaturización y por error es inyectado en un común e hipocondríaco empleado de supermercado en este caso Martin Short. Como todo este desbarajuste es demasiado repentino surgen complicaciones mortales en el hecho de que Quaid no puede volver a su tamaño normal y debe guiar a Short en busca de un microchip robado que lo podría hacer recuperar su condición, de lo contrario se agotará su oxígeno y morirá. Ambos van a verse sometidos a trabajar en equipo y aprender del otro aquello que no comprenden de la vida. En este espejo interno Quaid debe entender el amor reflejado en los sentimientos de Short para con Meg Ryan y Short adoptar la valentía heroica de Quaid que lo hace mantenerse con vida.
Al igual que en sus films anteriores Dante se las ingenia para construir la escena como a él le gusta sin excesivo presupuesto pero con mucha baratija electrónica. Como si toda esa tecnología en el uso de los quehaceres domésticos en vez de resolver nuestros problemas más sencillos los complicaran aún más. Y si ampliáramos este pensamiento a escala mayor podríamos encontrar la metáfora en el problema que les toca vivir a nuestros protagonistas. Cuánto más importancia tenga lo tecnológico más grande será el problema todo un postulado para aquellos, como el realizador, a los que le tocó crecer en plena guerra fría.
Como datos de color podemos destacar la obtención de un Oscar a mejor efectos especiales, la gran composición de un mercenario actuado por Robert Piccardo y el privilegio de ser el primer film en contar con sonido Dolby SR que no era nada menos que una mejora del Dolby A-Type.
Finalmente nos queda esa plena satisfacción que generan las películas de este creador que sabe conjugar arte y entretenimiento como pocos.

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Saturday, June 23, 2007

THE LAST WAGON (1956)



Acaban de finalizar los títulos y observamos el cañón de un rifle que apunta hacia un hombre montado a caballo lejos a la distancia. El arma dispara y el hombre cae abatido pero no hay tiempo para detenerse a pensar ya que desde otro lado seguimos oyendo disparos. Ahora reconocemos que quedan dos y ambos se enfrentan en esta contienda contra Richard Widmark, siempre con su rubia cabellera corta, que en esta ocasión se ha quedado sin balas. Uno de los cowboys baja de la montaña para liquidarlo pero Widmark lo sorprende matándolo también con la frialdad de su cuchillo. Finalmente el último de los tres que quedaba termina derrotándolo, hiriéndolo y llevándolo encadenado a rastras de su caballo. Increíble comienzo de película que arranca con la acción misma y la incógnita de no saber bien que es lo que sucede. El maltrato que sufre nuestro héroe en esta primera parte es de una crueldad bárbara y esto comienza a explicarse cuando descubrimos que es un indio comanche y que el sheriff encarna a un racista afiebrado. Pero lo que parece que va a ser un film de traslado de prisionero se desarticula para cambiar de rumbo hacia otro tipo de historia. Una caravana los intercepta y a partir de allí Richard va a ser encadenado a una rueda con los brazos extendidos cual Cristo en la cruz. Pero esto va a volver a cambiar cuando los apaches incendien y maten a casi todos los tripulantes de este convoy para que ahora sí Widmark con un grupo de jóvenes, divididos en anti indios y pro indios deban atravesar guiados por su prisionero indígena el temido cañón de la muerte antes que los apaches los encuentren para liquidarlos. Todo este extenso y complejo planteo no hace más que situarnos nada más que en la primera media hora del film por lo que podemos deducir que es uno de los más impactantes comienzos de película que hayamos visto alguna vez.
Delmer Daves nunca fue considerado parte del olimpo de esos directores endiosados por la crítica pero siempre estuvo al pie de ese monte dorado y este film justifica ese lugar. Con una trama que subraya la psicología con la que accionan los personajes, todos ellos construidos con algún conflicto interno, el realizador da cuenta de su predilección por historias que contengan este tipo de rasgos, un ejemplo de ello es también “3:10 To Yuma” (1957). Este western no llega a ser de los denominados psicológicos como el anterior pero sí se apoya mucho para construir a los personajes como si fuesen un fruto con corazón y no simples formas vacías. En cuanto al relato, además de atravesar este territorio hostil no sólo para salir con vida será para estos jóvenes, que el día de mañana forjarán el futuro de este estado naciente, la iniciación como adultos responsables bajo una ética que deberán fortalecer en algunos casos y en otros modificar. No podemos hablar de elementos reaccionarios plenos por parte de Daves en este film por el simple hecho que quién proponga esa concientización sea un indígena ya que había una tendencia en la época de reivindicar un poco la causa de los indios. Pero hay un elemento que no es menor y requiere un análisis más preciso en que hay que tener presente que el origen racial de Widmark en la historia es blanco. O sea que podría ser un blanco que aprendió de los comanches aquellos secretos de la naturaleza y la lucha por sobrevivir para transferirlos a los blancos y de esta forma generar una conciencia para que se respeten ambas razas, porque sólo a través de un blanco los mismos blancos podrán aceptar este concilio.
En cuanto a los elementos menos logrados hay que resaltar que el final es demasiado feliz pero no es esta buenaventura lo que molesta sino que se nota lo forzado por la imposición de la Fox muy a disgusto del realizador. Lo último que nos queda es la química que logran Widmark, siempre gigante y la belleza, de una actualidad increíble, que irradia Felicia Farr.

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Tuesday, June 19, 2007

INFERNO (1953)




Como todos sabemos durante la década de 1950 el cine tuvo un rival a vencer que era tenido en cuenta en casi toda producción que un gran estudio fuera a encarar. Este acérrimo competidor era la televisión cuyas armas se centraban en la comodidad del hogar, la posibilidad de ver películas recientes y sobre todo lo más importante que era el no tener que pagar un centavo para este disfrute. Cuando la 20th Century Fox pensó en filmar “Inferno” lo hizo no sólo queriendo lograr una buena película sino también en ofrecer un plus de calidad tecnológica para sacar a la gente de su comodidad frente al televisor. Por eso se la rodó en technicolor con sonido estereofónico y con un sistema para poder ser proyectada en 3-D a la hora del estreno en las salas. Lamentablemente en la edición que salió en dvd todo este despliegue técnico no puede ser apreciado debido a que el telecine que han hecho está tomado de una copia bastante deteriorada, lo que nos da una pena enorme. Pero volviendo a aquella época en la que se estrenó la película hay que destacar que es sin dudas una de las más interesantes filmadas bajo esta técnica ya que el director Roy Ward Baker, que era discípulo de Hitchcock, supo capitalizar un muy buen uso del 3D sobre todo en la pelea final con incendio incluido en la que los protagonistas tiran permanentemente objetos a cámara enrareciendo el combate para volverlo más entretenido. Uno supone que esto en el cine debió haber tenido un realismo brutal logrando que el público, con sus anteojos puestos, moviera la cabeza intentando esquivar aquello que salía de la pantalla y se le venía encima.
En esta muy olvidada cinta Robert Ryan encarna a un alcohólico magnate que es engañado por su mujer y un vividor. Este maquiavélico plan consiste en llevar a Ryan al medio del desierto para ofrecerle una inversión minera con la finalidad real de dejarlo perdido sin agua y sin comida a merced de la tierra árida y así esperar su muerte. Una vez que esto sucede las cosas comienzan a complicarse para el millonario que pierde su caballo y se fractura una pierna, mientras que los amantes descansan en un lujoso hotel de la ciudad donde piensan como escapar con el dinero del condenado a muerte. Si bien el guión no está muy logrado y el film es bastante irregular hay que destacar que el realizador logra sostener un clima de tensión construido con un montaje alternado entre la fácil vida de la ciudad y la difícil vida de la naturaleza. Todo esto con una leve trama policial de investigación que intenta desenredar el enigma de qué fue lo que realmente sucedió. Otro de los aciertos, que repito son contados es la capacidad para construir metáforas visuales por parte de Baker como en el momento en que Ryan es acechado como una presa por un avión que actúa como ave de carroña. Lo demás puede entenderse en la clave de aquel que fue expulsado de su riqueza y condenado a pasar una temporada en el infierno para aprender que puede prescindir de todo aquello que lo definía como persona. Una vez entendido que el dinero ya no sirve para comprarlo todo deberá renacer como una nueva persona con otros valores.
Como punto en contra figura la actuación de Robert Ryan, que tenía un papel servido para su lucimiento personal pero no logra adueñarse nunca del personaje, un poco por la mala decisión del guionista de expresar a través de una voz en off todos sus pensamientos y otro por tener que concentrar casi toda su interpretación en soledad. Pero como contrapartida se rescata el interesante trabajo de fotografía no sólo en el uso del 3D sino en el trabajo del color por parte del incansable Lucien Ballard.
Inferno es de aquellas películas muy menores pero no de clase B que ningún cinéfilo debiera perderse porque si bien dista de ser una obra maestra no caben dudas que la desértica insolación afectará nuestra mirada al terminar de verla.


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Friday, June 15, 2007

PANICO EN EL TRANSIBERIANO (1973)



Cada película tiene su historia oculta y personal que puede reconstruirse a través de los relatos que van apareciendo con el tiempo para revelar detalles de su producción. Estos secretos muchas veces nos ayudan a entender por qué el film resultó logrado o por el contrario naufragó en un mar de dudas. En el caso de “Horror Express”, así se llamó en los Estados Unidos, la línea de investigación nos lleva a otras películas de mayor presupuesto cuyos elementos sobrantes de decorado, vestuario y hasta actores sirvieron para poder producir esta historia que magistralmente llevó adelante el director español Eugenio Martín. Con un selecto y prestigioso elenco de actores que difícilmente el cine alguna vez tomó en serio, este misterioso tren encerró una asfixiante historia de horror en sus pequeños y lujosos camarotes. Christopher Lee, Peter Cushing, el argentino Alberto de Mendoza y el pelado Telly Savalas conformaron esta cofradía del miedo y fueron en buena parte una de las causas de que esta cinta no haya envejecido con el tiempo.
Un científico inglés descubre en Manchuria (China) un fósil humano que podría revelar el origen de hombre y decide trasportarlo en una misteriosa y blindada caja hacia el destino final que en este caso es la Siberia de principios de siglo XX gobernada por los Zares. Obviamente que por culpa de un pasajero curioso el cofre es violado para que de este modo se libere una monstruosa criatura que tiene el poder de matar con la mirada y encima como si no pudiera contentarse con este magnífico poder también puede incorporarse en el cuerpo de quien quiera para mantenerse viva. Esta trama disparará no sólo climas de terror muy logrados con recursos elementales del género como un tenue silbido que anticipa los crímenes o imágenes de un gore sutil que nos aterran como espectadores sino que también servirá como vehículo reflexivo acerca de la teoría evolutiva del hombre. A este juego terrorífico puede sumarse el enigma del policial ya que hay un cura, un investigador y hasta un jefe cosaco intentando develar el enigma de este demonio que se cobra la vida de los pasajeros del expreso, una especie de cuarto cerrado con la salvedad que en esta ocasión nosotros espectadores sabemos todo el tiempo quién es el asesino. Uno de los datos que nos ayuda a entender los por qué de lo brillante del film es que esta co-producción británico- española está muy influenciada por el tipo de historia y diseño de imágen del mítico estudio inglés Hammer Film, que dominaba la producción del género fantástico por aquellos años. Pero también hay que bucear en algunas películas como "The Thing from Another World"(1951) de Christian Niby y Howard Hawks para encontrar la influencia temática de un monstruo que puede mutar internandose en el cuerpo de cualquier persona. Esta corriente del terror fue explotada años después por grandes directores como John Carpenter, Ridley Scott o James Cameron.
Cuando al comienzo de esta nota hablaba sobre las historias de algunas producciones, en este caso hay que hacer referencia a que muchos de los objetos que pueden verse en pantalla se usaron en “Pancho Villa” (1972) bajo la producción de Bernard Gordon que también dirigió el mismo Martín. De aquella película se usaron los interiores del tren y hasta un arreglo contractual para poder utilizar a Telly Savalas. Este tipo de metodología era muy común en las décadas de 1960 y 1970 cuando muchas de las grandes super producciones norteamericanas se rodaban en el viejo continente. En líneas generales esta película debe ser la más destacada no sólo de éste director español sino también de este género de terror que se cultivó bastante en España por aquellos años. Para finalizar me gustaría aclarar la camaradería que existía en aquel grupo recordando una anécdota acerca de que Cushing no quería participar en el film porque su mujer había fallecido hacía poco y por ende no estaba con buen ánimo. Christopher Lee luego de hablar con él pudo convencerlo haciéndole recordar lo bien que lo habían pasado unos días atrás cuando tuvieron que coprotagonizar “The Creeping Flesh” (1973). El resultado de esta charla está a la vista en el magnífico trabajo que quedó plasmado en la pantalla.

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Monday, June 11, 2007

THE BIG RED ONE (1980)



La imagen en blanco y negro posee un granulado que la vuelve furiosa, Lee Marvin vestido de soldado trata de domar un caballo salvaje bajo una gigantesca cruz que se levanta sobre un sembradío de cadáveres en el ocaso de la primera guerra mundial. Hay películas en las que el plano inicial es realmente antológico y ésta es sin dudas una de ellas. Lo que viene después es color y acción al cien por ciento dada por las aventuras de un batallón en la segunda guerra mundial en un raid que da la vuelta al mundo. Un film que cuenta con la dirección del incansable “maverick” Samuel Fuller, el querible duro Lee Marvin y el desafortunado ex jedi Mark Hamill. La historia comienza en Francia con un desembarco fallido de las tropas norteamericanas que vienen a liberar a los francos dominados por Hitler, sigue en las arenas Africanas, luego pasa por el sur de Italia y termina en el corazón de la Alemania nazi. El hilo conductor de este tour es una cuadrilla a la que le tocan las misiones más difíciles y que en la consecución de las mismas siempre pierde al integrante que viene de reemplazo. Como si los que forman parte estable de este pelotón estuvieran protegidos por un halo místico que los salva de la muerte. Este compacto bloque de personas se muestra a lo largo de la trama como impenetrable al punto tal que siempre se cobra la vida de aquel que desea entrar en el mismo. Estos hombres a los que el guionista dotó de las profesiones más diversas, hay un dibujante, un escritor, están unidos por el miedo y el azar. Pero no tal cual lo conocemos o nos lo construyeron en nuestro imaginario bélico sino como elementos que pueden vencerse a través de actos heroicos.
Esta es una de las últimas aventuras de este maestro realizador que siempre se mantuvo rozando los límites de la clase B no tanto por los costes de producción sino por lo políticamente incorrecto de su cine. En la película que comentamos hay cientos de imágenes que muchos dudarían de filmar y el conjunto de esas situaciones construye el tono Fuller. Soldados enfundando sus rifles con preservativos, Lee Marvin con primaverales flores en su casco, dispararle con animosidad a un muerto o asistir un parto dentro de un tanque.
En “The Big Red One” los lazos de unión que mantiene al grupo activo están construidos con la precisión de una de las facetas poco laureadas de Fuller y es justamente su desempeño como guionista. No sólo escribió la mayoría de los guiones de sus películas sino que muchas veces colaboró aconsejando a colegas o puntualmente escribiéndoles los libros pero con la modestia de no exigir salir acreditado como lo fue en caso de “Targets” (1969) dirigida por Peter Bogdanovich.
Ya en el tiempo la película regala su influencia sobre otras que tomaron no sólo la frescura y realismo de la puesta en escena de los combates sino también el argumento de la trama misma. “Saving, Private Ryan” (1994) de Steven Spielberg es uno de los hijos pródigos de esta épica fulleriana en cuanto a lo que mencionaba en las líneas anteriores. Para concluir "The Big Red One" termina siendo una de las mejores películas del género bélico que se hayan hecho jamás y segurmanete se deba a que el realizador peleó en la segunda guerra para este batallón que se distinguió con una insignia roja e intentó llevar a la pantalla grande muchas de las historias que le tocó vivir en combate.

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Thursday, June 07, 2007

THE QUIET EARTH (1985)







¿Qué sucedería si de pronto despertáramos como cualquier día normal y nos diésemos cuenta que somos los únicos habitantes de la tierra? Seguramente pasaríamos por tres etapas: primero la desesperación por la necesidad de encontrar a alguien, segundo la posibilidad de disfrutar de todos los beneficios de consumo a nuestra disposición y tercero intentar bajo cualquier medio recomponer el mundo a su estado anterior. Básicamente los puntos pueden variar de forma sutil, pero esta aplicación del sentido común es la que afronta el protagonista de “The Quiet Earth” en el recorrido que se plantea en este extraño film de Ciencia Ficción de mediados de la década de 1980. Si a priori analizamos algunos elementos argumentales vamos notar que es el tipo de película del que uno espera mucho y como suele ser en la mayoría de estos casos expectantes, nos hace una buena devolución pero que no llega nunca a satisfacer nuestras expectativas. El comienzo de esta historia es casi idéntico al que veinte años después filmaría Danny Boyle en “28 Days Later…” (2002) un hombre desnudo despierta y no encuentra a nadie en toda Nueva Zelanda. Comienza a vagar por las calles y todos parecen haberse evaporado mientras hacían sus quehaceres cotidianos, todo esto dosificado con algunas gotas de suspenso que enriquecen el relato. A partir de que llega al laboratorio en el que trabaja y vemos los desastres que allí se generan comenzamos a comprender que un grupo de científicos ha jugado a ser Dios provocando la extinción de la raza humana. Sólo, nuestro protagonista vaga en tono de locura buscando una explicación científica primero y divina luego, pero siempre muy lejos de encontrar un rumbo posible. Este rasgo de la ciencia ficción como género que plantea la dicotomía entre Ciencia vs Religión está presente en todo momento marcándonos que si el hombre tuviera la posibilidad de construir un paraíso estaría lejos de ser el Edén para parecerse más a una distopía. Mientras tanto el film avanza a la par de nuestro solitario hombre que ahora parece concentrado en resolver el enigma de lo ocurrido hasta que un giro realmente inesperado provocado por el encuentro de una mujer dispara la historia hacia otro lugar. Ya con su compañera esta idea de paraíso perdido irá cobrando más fuerza para mostrarnos a ambos como Adán y Eva pero sin rumbo más que el cuestionamiento existencial para el que no tienen respuesta. Lamentablemente la última parte de la historia va ir más hacia un lugar demasiado explicativo de los por qué ellos están vivos o de las posibles maneras de componer el caos provocando una ligera caída en el interés del espectador. Salvo este último punto cuyo cuestionamiento pasa no por la explicación de las cosas sino la forma en que se explican (a través de diálogos y no de imágenes) "The Quiet Earth" es una verdadera joya de culto para quienes aman el cine fantástico que nos recuerda un tanto a los problemas que Kubrick ya se planteaba en 2001.
En cuanto a su realización, se destacan los recursos ingeniosos que hicieron de éste un film económico para ser de éste género, con un más que correcto uso del suspense y sobre todo sin muchos efectos visuales, la dirección que eligió el neozelandés Geoff Murphy es austera y eficaz. Este tenue director no dirigió tantas películas y de su filmografía podríamos destacar otra futurista llamada “Freejack” con la actuación de Mick Jagger o el western “Young Guns 2”. Las últimas noticias que tuvimos de Murphy es que pasó sus últimos años al frente de la segunda unidad de rodaje en la trilogía de Tolkien “The Lord of the rings” cumpliendo el rol de mano derecha de su exitoso compatriota Peter Jackson.

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Monday, June 04, 2007

THE AMAZING MRS HOLLIDAY (1943)





Esta película es un verdadero caso especial digno de ser mencionado más por sus curiosidades que por su resultado final. Si bien la obra en sí no se despega demasiado de las tantas comedias relajantes de la post guerra inmediata que se hicieron por aquella época, guarda en su realización algunos secretos que la hacen diferente. Protagonizada por la pareja compuesta por la siempre estrella devenida a menos Edmund O’ Brien y la casi desconocida Deanna Durban, esta fábula aleccionadora puede ser la piedra antecesora de la luego exitosísima “The Sound of Music” (1965).
Una joven y alegre institutriz que se encuentra en China en plena segunda guerra mundial se ve a cargo de afrontar la tutela de media docena de niños huérfanos chinos que viven en una escuela rural que debe desmantelarse por miedo a un posible ataque del ejército enemigo. Sin recursos ni opciones parte en un barco de la armada norteamericana hacia los Estados Unidos con los niños casi de contrabando. Arriba del buque conoce al capitán, un millonario hombre mayor y respetado que acepta a los chicos y les ofrece la adopción, con apellido incluido, al llegar a la tierra prometida. Pero los problemas comienzan cuando el barco es atacado y el comodoro pierde la vida dejando a la joven con sus niños a suerte incierta. Al llegar a los Estados Unidos los chicos deben ser devueltos a su país de origen o puestos en un reformatorio a menos que la familia del marino los acepte en nombre del último deseo que tuvo el marinero antes de morir. De más esta decir que allí comienza este sutil enredo en el que la chica se hace pasar por la nueva esposa del capitán ante la mirada pacata y juzgadora de la familia que se siente amenazada con perder su fortuna y con la intrusión de los críos que vienen a invadir la elegante mansión en la que toda la familia vive como parásitos del navegante.
Si me tomé unas líneas para describir un poco la trama era para mostrar la similitud con el film que años después realizaría Robert Wise con Julie Andrews, ya que la verdadera historia comienza con Durban criando a los cachorros en la mansión y lo incómodo que esto puede ser en el choque con la aristocracia que allí vive. Es verdad que aquí también hay algunas canciones cantadas por la niñera pero la cinta no responde al género musical justamente porque este film está en el camino de las comedias que pretendían dejar un mensaje reflexivo social sobre lo que había sido un poco la guerra, claro que desde un lugar un tanto superficial. El otro factor que hace de esta película un objeto extraño es que si bien está dirigida por el ignoto Bruce Manning, quien realmente codirigió a la par es nada menos que el maestro francés Jean Renoir pero por una cuestión de prestigio prefirió no salir en los créditos. Renoir creía que el film no correría buena suerte y prefirió no arriesgarse a firmar algo de lo que luego debiera arrepentirse y menos si no tenía el corte final en su poder. Igualmente esto era muy común en el hollywood clásico que los directores europeos o de renombre trabajaran como empleados del estudio en muchas producciones ocupando su rol pero sin aparecer acreditados para mantenerse activos económicamente. La mano del mariscal franco se puede ver más en las escenas ambientadas en oriente donde lo social, que tan bien retrataba Renoir, está presente con esa puesta tan característica por lo realista. Por el lado de Manning nos queda la incógnita de lo que hubiese sido su carrera de director ya que este es el único que dirigió. Su verdadera función era ser el guionista de muchas películas de Henry Koster y sino trabaja con este realizador lo hacía para otros que casi nunca salieron del anonimato. En fin, este es un relato del que se desprende cierta gracia y una pequeña dosis de sofisticación pero que por sobre todas las cosas deberían ver los padres con sus hijos.

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Friday, June 01, 2007

CONQUEROR WORM (1968)



Durante la década de 1960 la pantalla del cine de clase B fue tomada por películas de la productora de Roger Corman con productos basados en el terror que provenía de la literatura escrita por Edgar Allan Poe. En la interpretación siempre había un grupo de artistas entre los que se destacaban Vincent Price, Peter Lorre o Boris Karloff. Esta triada ya venía con la fama adquirida del cine clásico, de hecho eran muy respetados, pero en estas películas lo que agregaron fue la posibilidad de transformarse en objeto de culto de muchos de los adoradores del género o jóvenes que vibraban al ritmo de la cultura pop de la época. Si utilizamos una mirada revisionista vamos a descubrir que estas películas son casi todas parejas, seguramente habrá alguna mejor que otra, y que por encima de cualquier trama aparece la genialidad actoral de cada uno de estos “monstruos” del arte dramático.
Pero “Witchfinder General” también llamada en los Estados Unidos “Conqueror Worm” se distancia bastante de lo que se encuentra escrito en el párrafo anterior, es más lo mejora considerablemente. Basada en un poema del mismo Poe y adaptada al guión por el premio novel Ronald Basset la película se convirtió con el tiempo en objeto de culto cuyas dimensiones llegan hasta una banda de heavy metal que tomó su nombre del film.
Vincent Price es un cazador de brujas en plena guerra civil inglesa que deambula por la campiña inglesa junto a un sádico torturador buscando gente a la que acusar de prácticas demoníacas. Claro que si son jovencitas bellas o personas ancianas con dinero aún mejor. Todas las acusaciones son gratuitas llegando a la conclusión que para Matthew Hopkins (Price) esto es un simple negocio que se combina con el placer de poseer también a mujeres infundiéndoles el miedo de una posible acusación. La narración centra su punto del relato en una joven comprometida con un soldado de la corona, a quién violan y dejan huérfana en uno de estos raptos religiosos de los inquisidores. A partir de allí vendrá la persecución y venganza del novio. Lo que más llama la atención de este film en relación a los que mencionaba antes tiene su fundamento quizás en que no sea producido por Corman, lo que posiblemente hizo que el director Michael Reeves trabajara con algo (no creo que mucho) más de tiempo. A diferencia de la saga de Corman en este caso predominan los espacios abiertos y exteriores a deferencia de los castillos de las anteriores, y este elemento tiene un efecto más verosímil en la historia sin embargo comparten la escasez de presupuesto. Otra cosa llamativa es la contenida pero efectiva actuación del maestro Price quién vivió momentos de tensión muy duros con el director durante el rodaje debido a que Corman le daba más libertad de improvisación y en este caso se encontraba “atado”. Desafortunadamente Reeves murió poco después del estreno de la película a causa de un suicidio inducido por pastillas y alcohol dejando nada más que cuatro obras. En cuanto a la suerte del film, sufrió varios casos de censura en el Reino Unido con los que pudo lidiar a través de los años y sus constantes re ediciones. Diferente suerte corrió en norteamérica donde su estreno fue conforme al original pero suscripto a los autocines o las exhibiciones grindhouse. Finalmente la reflexión que nos deja esta joya es “Dime que pecado acusas y te diré cuál es el que cometes”.

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