OTROS CLASICOS

Un espacio para aquellos films poco recordados del período clásico y neoclásico

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Location: Capital Federal, Argentina

Monday, May 28, 2007

RAIN PEOPLE (1969)





Hay muy pocos directores que pueden brillar a la hora de dirigir proyectos tan disímiles en cuanto a la magnitud de los mismos. Quizás para John Huston las películas pequeñas sean un problema mientras que para Martin Scorsese una bendición. Estos ejemplos abundan pero son muy pocos aquellos realizadores que pueden manejarse en los dos campos (abundancia y escasez) con igual soltura. Este olimpo de celuloide está reservado para personajes de la talla de John Ford, Orson Welles, Otto Preminger o Francis Ford Coppolla. Casualmente todos víctimas de un egocentrismo que deviene en una actitud megalómana, sello de plomo presente en sus películas. Y es precisamente del último de esta lista de quien nos vamos a dedicar en esta oportunidad al revisar uno de sus films menores llamado “Rain People” (1969).
Una road movie siempre es un viaje iniciático que sirve para aclarar mentes atormentadas como la que sufre Natalie Ravenna el personaje que interpreta la silenciosa Shirley Knight, quien acaba de abandonar temporalmente a su esposo. En el lado opuesto se encuentra Jimmy Kilgannon (James Caan) que representa la paz y tranquilidad de una cabeza serena tal vez por algún problema de retraso o deficiencia. Estos dos extremos van a juntarse en un auto ordinario para atravesar una carretera insignificante y dormir en moteles baratos pero también para verse reflejados en el otro como en un espejo. La mujer está por ser madre pero lleva el peso de los miedos de este violento cambio, y reconoce en Caan la oportunidad de descubrir el mundo maternal para el cual no creía tener el don. Mientras que el joven futbolista americano con su cerebro dañado por este cruel deporte opera de filósofo de la simpleza cuando regala pensamientos como este: “…Existe gente que está hecha de agua, ellos no pueden llorar porque se deshacen… “. Con esas bellas palabras dignas de un poeta se pinta a si mismo y a quien lo acompaña, a aquella mujer que representa ese primer amor para el ser humano que no es nada menos que el amor maternal.
Con muy pocos recursos, muchos exteriores, interiores pequeños, una cámara casi siempre en mano y agitada y nada más que un par de actores, Coppola nos regala con cada plano una lección de cine minimalista. Por esa época sería muy difícil aventurar la odisea que vendría después en “The Goodfather” (1972), sobre todo por lo prescindible del elemento magnánimo que maneja en esta cinta que analizamos.
Producida bajo la supervisión de George Lucas esta película viene a ser la primera que salió de ese gigantesco y caótico proyecto llamado “American Zeotrope”. Con dos actores fundamentales a la hora de hablar del director como Robert Duvall y James Caan esta obra de corte intimista también se alzó con la concha de oro en San Sebastián sirviéndose de preámbulo para toda la genialidad que vendría después. Podríamos entonces decir que lo que se siente al ver esta historia, en el lugar que ocupa dentro de la línea de la filmografía coppoliana, es la calma que antecede a la tormenta. A una tormenta tan furiosa que se llevó los sueños de grandeza pero que a la vez trajo las mejores películas.

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Thursday, May 24, 2007

THE EVIL DEAD (1981)



En esta ocasión elegí un título del cine de terror un poco más actual como lo es “The Evil Dead” por una razón bastante puntal: se está hablando mucho de su director Sam Raimi (hizo toda la saga de Spiderman) que pensé que sería una buena idea rastrear un poco sus comienzos. Hay un tipo de cinéfilo que parece estar un escalón por encima de cualquier otro y es el que sólo ve películas de terror. Para muchos otros en cambio este es un género subestimado, así que quizás este comentario conjugue elementos para intentar llegar a estos dos polos opuestos que se juntan en el amor que sienten por el cine.
¿Se puede decir que una película de terror es relajante? Esa es la pregunta que me hacía en el medio del film, justo en el momento en que Bruce Campbell descuartizaba a su amiga con una sierra eléctrica. Y la respuesta se me presentó de forma inmediata y de manera clarificadora como una afirmación rotunda: sí. No es que uno tenga demasiado morbo y por esa simple razón sienta placer al disfrutar semejante carnicería sino que cuando se trata de un film del estilo “gore”, todo pasa a un nivel de tono absurdo que lo hace a uno a entregarse a disfrutar de los mil y un métodos para matar zombies. Esto no desestima para nada el hecho de que por algunos pasajes exista cierto temor en nuestro ser, producto de los climas que crea el gran Raimi, sobre todo al comienzo.
Hay un grupo de amigos, todos adolescentes, que van por una carretera misteriosa a una casa de vacaciones que alquilaron en medio del bosque. Una vez que cruzaron el puente que divide el río, empezamos a notar cierta intranquilidad que se pone de manifiesto a través de un excelente trabajo sonoro acompañado por una sucesión de planos dignos de ser copiada. Quizás esté de más mencionar que una vez que se instalan comienzan a curiosear por la casa hasta encontrar en el sótano una cinta de audio en la que hay un conjuro para resucitar a los muertos. Obviamente ante cualquier descreimiento de algún personaje, los muertos resucitan y quieren apoderarse del cuerpo de los jóvenes, que ya no están de vacaciones sino de pesadillas. Todo lo convencional a nivel de argumento que pudieron sonar las líneas anteriores está narrado con un manejo del tiempo, una proeza a la hora de mover la cámara y un clima de tensión que nos hace vivir esa situación como si fuera la primera vez que se filma algo parecido en el cine. Todo lo que viene después es “gore” del puro y del bueno: escopetazos en la cabeza, descuartizaciones y mucha, pero mucha viscosidad. Por momentos la sangre invade el lente y parece salpicarnos, de hecho la sensación al final es la de haber vivido una noche intensa, física y mentalmente, como la que acaba de pasar el protagonista.
Como todo buen director, al igual que Peter Jackson o John Carpenter, Raimi parece sentirse más cómodo cuando tiene todo el control del film y eso se logra solo con independencia económica. Este trabajo proviene de una idea de un cortometraje del mismo realizador llamado “Whitin the Woods” que se fue extendiendo hasta convertirse en esta película. Filmada en 16mm en el estado de Tennesse entre 1979 y 1980 con un escaso presupuesto de $50.000 dólares el proyecto alcanzó por fin la luz en 1981. Lo que nos queda a nosotros es disfrutar de un film que inspiró a tantos otros como “The Blair Witch Project” y un pasaje a la locura en paralelas que deforman la perspectiva conduciéndonos hacia el interior de un bosque embrujado.

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Monday, May 21, 2007

MURDER, MY SWEET (1944)




La interpretación en el cine del mítico detective Philip Marlowe ha sido siempre objeto de curiosidad para cinéfilos y amantes del policial negro. Las grandes actuaciones de Humphrey Bogart en “The Big Sleep” o George Montgomery en “The Brasher Doubloon” son confirmaciones de la grandeza con la que este investigador ha sido plasmado en el celuloide. Pero antes que ellos, estuvo el primer intérprete de este polémico detective y fue nada menos que un desgarbado Dick Powell en la cinta “Murder, My Sweet”. Menos duro que Bogart y más ácido que Montgomery, Powell hace de este personaje la representación más fiel en relación a las novelas literarias de su creador Raymond Chandler. Con una moral fuerte pero ambigua (suena contradictorio pero es el rasgo característico de nuestro héroe), una romántica adicción al bourbon, y una alta resistencia al dolor físico se nos presenta este mercenario y enigmático hombre que pasa los días encerrado en su oficina y las noches en clubes nocturnos buscando gente.
Las tramas de Chandler, aquí adaptada al guión por John Paxton, tienen ribetes demasiado complicados al punto tal que por momentos la historia parece no entenderse de forma clara o algo aún más llamativo como la pérdida del hilo conductor argumental. Pero es simplemente un engaño para que vivamos en la piel del protagonista esta aventura que parece en algunos pasajes una oscura pesadilla. El director Edward Dmytrick, conjuga esta extraña narrativa con un lenguaje visual pocas veces visto para un género donde el diálogo parece llevarse el interés narrativo y la imagen sólo está para crear atmósfera. Al contrario de esta norma, Dmytrick juega con el expresionismo lumínico como un factor determinante a la hora de decir con la cámara.
En cuanto a lo argumental del relato, Marlowe vive en esta ocasión un misterioso enigma compuesto por un triángulo familiar entre padre-hija-madrastra, con una femme fatale bien marcada y un par de matones que rompen el estereotipo del molde promedio. Sin embargo los elementos más extraños son un gigantón que busca a una corista perdida y un jade robado que nadie parece tener en su poder. Esta pieza oriental podría ser comparada con la estatuilla del Halcón Maltés de John Huston, con la diferencia que allí nadie consigue nada y aquí al menos algunos encuentran algo. Se destaca por sobremanera un climax estremecedor en el que Marlowe es cegado por la ráfaga de un disparo que parece resumir la historia en un nivel metafórico superlativo que refleja una aventura tan densa que le ha quemado los ojos por un tiempo. El resultado final de esta película produjo la admiración de Chandler que vió en Powell una interpretación perfecta del personaje. Esto es curioso porque a priori el director no podía creer que el estudio le haya encomendado el papel a este actor que parecía estar predestinado a realizar solamente comedias musicales. Lo demás es sabido, una fotografía maravillosa que honra al género, un sub mundo de gente inmoral y el dinero como única motivación de aquellos que quieren aparentar, ascender o simplemente mantenerse vivos en estas junglas de asfalto que fueron las ciudades del siglo XX.

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Thursday, May 17, 2007

IRMA LA DOUCE (1963)



Es imposible no seguir hablando de los films de Billy Wilder porque a pesar de los años que transcurrieron desde su estreno no han perdido para nada ese toque de frescura y dinamismo que los caracteriza. Ahora le llega el turno a esta genial comedia “Irma, la douce” que ya había sido todo un éxito teatral en Broodway. Pero en este caso el maestro del humor redobló la apuesta y le quitó la música a la película para crear una comedia musical sin música. No es que la obra esté ausente de bellas melodías, que si las hay y compuestas nada menos que por André Previn sino que los personajes no cantan y bailan, al menos en el sentido literal que responde a dicho género. Jack Lemmon es un policía incorruptible que trata de limpiar la calle que patrulla de prostitutas que están arregladas con la policía. Una de estas meretrices es la joven y bella Shirley Maclaine, que con su pequeño perro trabaja en la puerta de un simpático bar parisino. Estos dos personajes, aparentemente opuestos van a confluir en un romance digno de los que años después podrían protagonizar Meg Ryan y Tom Hanks, claro que algunas décadas atrás.
Con una paleta de colores expresionista y una virtuosa combinación de movimientos de cámara Wilder va narrar a ritmo de baile este film cuyo guión es tan perfecto que parece de ensueño. Al igual que con “Kiss me, stupid”, I.A.L. Diamond también colaboró en este libro que es una adaptación de la novela original de Alexandre Breffort. De la mano del cómico dueto Wilder-Diamond la fauna nocturna de vividores, borrachos y apostadores va a transformarse en personajes entrañables al punto tal que hasta los malos nos caerán simpáticos. El hecho es que Lemmon, una vez expulsado de las fuerzas de la ley va a cruzar al otro lado para manejar las citas de su novia prostituta, pero con el peso de ser un hombre celoso que se resigna a este oficio sólo por conseguir el amor de su protegida. Podríamos compararla con “Breakfast at Tiffany’s” (1961), que es buena pero este film termina superándolo ampliamente porque la química que se desprende de la pareja despierta un elixir irresistible. Una de las estrategias que elige el chulo para que su mujer no se acueste con otros hombres pero al mismo tiempo siga siendo prostituta es disfrazarse de un anciano millonario que contrata sus servicios para jugar a las cartas en el cuarto de un motel toda la noche. Rodada íntegramente en estudios el director recurrió al reconocido director de arte Alexandre Trauner para que construya una verdosa Paris de cartón que sirvió de escenario para la historia. Abundan los gags visuales pero no por eso escasean los toques de humor sutil típicos de la comedia romántica. Entre los curiosos personajes que aparecen de extra en la cinta se puede adivinar a un joven James Caan vestido de soldado. Una vez le preguntaron a un importante político norteamericano su opinión sobre la bella capital francesa, y éste sin dudarlo dijo: “He estado en el verdadero París y en el que Wilder construyó para la United Artists, y sin dudas me quedo con el último”.

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Monday, May 14, 2007

THE BIGAMIST (1953)





La dirección de películas en Hollywood no fue propiedad exclusiva de los hombres, alguna que otra vez ha logrado colarse una mujer. Uno de estos curiosos casos fue el de Ida Lupino. Una actriz de carácter que era toda una estrella por la época clásica y que un día decidió completar su virtud actoral con la de poder dirigir enteramente un film. Por el contrario a lo que se pueda pensar, el hecho de su condición femenina no la recluyó a los géneros destinados para sus pares como ser el melodrama o el musical, fue exactamente todo lo contrario. Lupino se despachó con policiales negros, thrillers y alguna que otra vez un melodrama pero con la característica de un tono con tinte transgresor. En la película “The Bigamist” se puede sufrir la historia de un viajero de negocios de vida simple y rutinaria interpretado por Emond o’Brinen que sin quererlo demasiado y sin darse mucha cuenta se transforma en un bígamo. Una vida para nada alegre con una esposa en cada ciudad e inclusive un trámite para llegar a adoptar a un bebé en camino que complica más esta extraña situación. Lo curioso de este relato es que para esa época la infidelidad era una de las situaciones más traumáticas y desleales que la mirada de Hollywood podía condenar. En este sentido Lupino viene a mostrarnos al hombre de forma complementaria a como Douglas Sirk retrató a la mujer en sus clásicos más inolvidables. Es por eso que se rescata la actitud a la hora de la elección temática por parte de Ida Lupino, pero lo más sorprendente es que no hay una mirada de condena para con el personaje masculino sino más bien compasión. La realizadora piensa la película desde un lugar de hombre al momento que no nos muestra ningún elemento subjetivo - femenino que pueda actuar como condenatorio. Su mirada no nos muestra que la bigamia esté bien, pero tampoco nos indica que aquel que la comete es un villano, para ella es más bien un pobre tipo. Lo complejo de explicar esto es que en ningún momento uno siente odio por O’ Brien sino más bien pena, que venido al caso debe ser un sentimiento más triste que el odio, y ahí está la maestría de nuestra heroína de plató. Lupino, también se da el lujo de actuar, como si quisiera apoderarse de la autoría total de la obra en todos los aspectos que pueda. Curiosamente esta película significó un largo parate de 12 años en la carrera de la realizadora que no volvió a ocupar ese rol hasta 1966, cuando se puso al frente de “The trouble with angels”. Otro elemento clave es la interesante actuación de quien ejerce un poco el papel co-protagónico de la historia que es Joan Fontaine, una verdadera estrella. Para terminar nos queda este triste melodrama de un hombre que quiso amar a dos mujeres y adoptar un bebé, con la salvedad que la directora concentra todo el dilema en escasos pero virtuosos 80 minutos que son una agonía interminable.

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Thursday, May 10, 2007

THE RIVER'S EDGE (1957)



Podría escribirse un libro entero sobre películas de ladrones solitarios que huyen de la policía con un gran botín intentando escapar a la frontera mejicana ¿Y saben qué más? El mayor porcentaje de esas cintas dan como resultado grandes, “pequeños” films. En esta oportunidad al que le toca huir es nada menos que a un demente Ray Milland, cuyo rasgo característico es su extrema frialdad a la hora de afrontar un hecho adverso. Un personaje elegante que viaja con su auto deportivo por la desértica carretera de la costa oeste norteamericana con un maletín que contiene una importante suma de dinero conseguido a sangre fría. La historia comienza realmente cuando Milland ya está acorralado por la ley y debe enfrentarse a una ruta cuya aduana tiene que evitar. En una casilla en las afueras de un pueblo perdido conoce a un guía (Anthony Quinn) que está acompañado por su bella y rubia esposa interpretada por Debra Paget. Quinn es el único con el conocimiento para cruzar las montañas por un camino alternativo y depositar al forajido a salvo en el país lindero. Ray primero coquetea con la esposa de Anthony hasta conquistarla, más por el dinero que por sus dotes de seducción, y luego contrata los servicios del lugareño, que intuye este juego de infidelidad de su mujer. Los tres parten en un viaje a pie por los calurosos montes de California bajo un clima de tensión asfixiante. En algún punto el tema podría ser los celos de un hombre ante el fracaso de su matrimonio, y un viaje iniciático para poder resolver el conflicto que le causa el abandono o visto desde otro lugar, una obra machista que condena la infidelidad femenina en una época en la que ésta amenazaba con dejar de ser ama de casa.
La dirección de esta novela de bolsillo está a cargo del mítico Allan Dwan, que como sabemos intercala en su extensa filmografía tantos aciertos como desventuras. Muchas veces a Dwan se le encomendaron producciones de gran calibre que no tuvieron buenos resultados, todo lo contrario sucedió cuando dirigió este tipo de mini films. En esta road movie con estructura de western sólo utiliza a 8 actores (contando los secundarios), y a un escueto equipo técnico, lo que para la grandilocuencia de Hollywood es casi impensado. Lástima que para el experimentado realizador sería uno de sus últimos trabajos ya que sólo haría tres películas más y serían definitivamente de clase b, sin discusión alguna. Muchos críticos y espectadores vieron esta historia como un producto de poca monta porque los personajes carecían de profundidad psicológica, cuestionamiento muy de moda por esos años, pero creo que el tiempo le otorga, a mi juicio un carácter plenamente cinematográfico que nos recuerda a aquellas películas que veíamos por la televisión en nuestra infancia.

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Saturday, May 05, 2007

KISS, ME STUPID (1964)



Para muchos, algunas veces es imposible distinguir a Billy Wilder entre los grandes directores y esto debe ser porque viene de los caminos del guión. Su puesta siempre está al servicio de la narración, sus prioridades son el desarrollo de las acciones de los personajes y una cámara que funciona para este servicio. Pero no nos dejemos engañar porque no es un director más asalariado de los estudios. Wilder es el cine de Hollywwod en su estado más puro, y esto se ve en pequeñas sutilezas de diálogos o situaciones muchas veces de encuentros casuales, que son un sello de agua del cine de todos los tiempos. Podríamos escribir un extenso libro de estudios acerca de las mil y una formas que Billy Wilder propone para que una mujer y un hombre se puedan llegar a conocer en la trama de una historia.
Una película que no podría pasar desapercibida de su extensa filmografía es “Kiss me, Stupid” en la que toma a la no tan buena actriz Kim Novak, al entrañable pero también cuestionado Dean Martin y al no taquillero Ray Wlston. Con este triángulo Billy logra armar un ácido copetín de lo que es la comedia de enredos matrimonial. Al igual que en varios films posteriores como el reciente de animación “Cars” o el ochentoso “Doc Hollywood”, Dean Martin es una estrella de la ciudad (en este caso un popular cantante de baladas italianas) cuyo auto se ve averiado y debe quedarse en un pueblo hasta que el mecánico del lugar consiga los repuestos que obviamente tardan en llegar más de lo previsto. En realidad todo esto es una artimaña de los lugareños para que Dino se quede unas semanas allí y escuche las composiciones de un maestro de piano que quiere que la celebridad popularice sus melodías. La complicación comienza cuando una fase del plan no sale como se previó, la estrategia inicial consiste en que la bella esposa del pianista debe seducir a la estrella para convencerla de cantar las piezas de su marido. El inconveniente es que ella se va enamorando de Martin generando que su esposo se ponga celoso. Una construcción visual atinada que materializa este conflicto es un extraño e incómodo sillón de tres piezas en las que siempre hay dos de un lado y uno del otro. Pieza diseñada por el mismo director al servicio de la película, lo que nos muestra a un Wilder con una capacidad imaginativa realmente asombrosa. El film avanza a paso firme y se apoya mucho en los grandes papeles secundarios de Cliff Osmondo y Felicia Farr para los momentos en que los protagonistas necesitan apoyarse en alguien para confesarse. Este film pertenece a la etapa del director austriaco en la que casi exclusivamente trabajaba el género de comedia con I.A.L. Diamond como coequiper de guión ya lejos de la oscuridad que supo transitar con el genio de Charles Brackett con quien trabajó en sus producciones más importantes.
Por último hay dos anécdotas de este rodaje que son llamativas y desmitifican el rumor que filmar con Wilder era complicado. La primera es que Kim Novak se sentía tan a gusto en el set que llevaba galletas y sándwiches al final del la jornada para aquellos que trabajan tras las cámaras y la segunda es que justo cayó la celebración de San Patricio en medio del calendario y todos festejaron con disfraces. Sin dudas todo este espíritu de camaradería se ve reflejado en el producto final.

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Thursday, May 03, 2007

OUR MAN IN HAVANA (1959)



Ya he recordado a Carol Reed en algún post anterior, por lo que voy ahorrarme las adjetivaciones de su grandeza. En esta ocasión el film que llega aquí es "Our Man in Havana", perteneciente a esa serie de películas que aparecieron en la década de 1960 para quitarle el glamour al género de espionaje. Otro caso parecido que recuerdo es la cinta de Martin Ritt con Richard Burton "The Spy who came in from the cold" (1965) en la que se mostraban las tristes vivencias de un espía explotado por el estado viviendo la vida como si fuese un empleado de oficina. Lejos de los martinis de James Bond o de las intrigas de "The Third Man", el espía es visto ahora como una víctima de un sistema cuyos modos de operar no apoya. De la mano de otro guión del maestro de la literatura Graham Greene, Reed le saca rédito a un film que a priori suena poco interesante, pero con los recursos típicos que caracterizan su puesta en escena logra convertirlo en una obra simpática. A mitad de camino entre el revisionismo y la comedia, la trama argumental nos muestra la vida de un hombre común (Alec Guiness) que por error es tomado como un espía peligroso en la ciudad cubana de La Havana. Lejos de utilizar esta temática Hitchockeana a favor del suspense, el director prefiere apuntar a una mezcla sutil entre la ironía e ingenuidad del personaje. Aquí quiero hacer un alto que seguro generará alguna polémica y es en relación a un film anterior de Reed; durante muchos años se creyó que la genialidad de “The Third Man” provenía solamente de Welles casi al punto de olvidar que el director era Carol Reed. Este pensamiento ha sido común en cada proyecto en el que Welles participó. Cada vez estoy más convencido que esto no ha sido así y este film me permite apoyar esta sospecha. Al igual que en la película nombrada, en “…Havana…” se trabajan los mismos encuadres característicos torcidos con angulaciones exageradas que el director británico usó en toda su filmografía, el tratamiento de la música, en este caso cubana, participa en la historia con la misma importancia que lo hacía la hermosa melodía húngara en el “…Tercer…”, y por último el afilado montaje con muchos planos nocturnos en las calles a modo de dilatación de las escenas que también son un sello del inglés. Me cuesta creer que un artista de la talla de Reed haya copiado la misma fórmula, lo veo por el contrario como una declaración de estilo o gestos de autoría.
En cuanto al rodaje hay algunos datos curiosos como el entusiasmo del gobierno cubano a favor de la película, ya que esta mostraba la cuba luego de la caída del dictador Fulgencio Batista. La trama denuncia el provecho que ingleses y norteamericanos veían en la isla por su gobierno emergente y su ubicación estratégica. Para Castro la filmación era una posibilidad más para mostrar a cuba su importancia en el mapa. Poco tiempo después de terminada la filmación, Cuba se alinearía con la Unión Soviética y el estreno sería complicado en algunos países.
Salvada la integridad de Carol Reed sólo queda invitar a disfrutar a aquellos que no han visto esta película, que sin ser una obra maestra resulta atractiva porque está dirigida por un grande de verdad.

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Tuesday, May 01, 2007

THE WOLF MAN (1941)



"Todo hombre que es puro en su corazón y dice sus oraciones por la noche, puede convertirse en lobo cuando la luna llena es brillante". Con esta frase aterradora abre una nueva gran historia de terror de la Universal. La producción responde al tipo más fiel de los conceptos que llevaron al estudio a ser el número uno en el género: bajos recursos y alta calidad artística. Con Claude Rains en el papel principal, Bela Lugossi haciendo de gitano, y Lon Chaney Jr. interpretando la caracterización de hombre lobo, estamos ante un elenco de elite a la hora de hablar de terror.
Rains es un joven de clase alta, cuyo padre es un importante hacendado pueblerino que retorna a su casa natal para aprender el oficio de su progenitor. En una visita a una de sus tantas propiedades conoce a una joven comprometida que lo cautiva y le vende un bastón con empuñadura de plata que tiene grabado el símbolo del hombre lobo. Allí comienzan una serie de dichos y leyendas sobre la existencia de este misterioso ser que deambula por las noches en un pantano aullando y buscando gente para morder. Está de más decir que nadie cree en esa historia, salvo un grupo de gitanos que arriban al pueblo a montar una feria de atracciones. En la primera noche Rains es mordido y a partir de allí tomará esta herencia maldita que lo hará deambular errante al punto de arruinarlo mentalmente. Este film se centra en varios aspectos interesantes que lo terminan transformando en una historia de una complejidad pocas veces lograda si tenemos en cuenta la sencillez de los recursos utilizados. Por un lado esta la historia central del hombre lobo y los crímenes que comete trabajada con los instrumentos del policial; y por el otro la línea romántica, en este caso contando una historia prohibida. Un ricachón que corteja a la mujer de uno de sus empleados sacándola a pasear por la noche oscura en una época donde ese tipo de actitud condena a la mujer bajo el título de “chica fácil”. Nunca queda en claro cual sería el desenlace de esta trama amorosa porque el final es un tanto abrupto. Por si esto fuera poco, el director del film George Waggner hace también hincapié en la relación padre-hijo para aludir a otro de los grandes choques del género que es la antagonía entre la ciencia y lo sobrenatural. Puntualmente en el miedo del ser humano a que aflore el instinto animal para dominar su costado racional. La cinta termina siendo una delicada pieza del mejor cine de horror clásico concentrado magistralmente en la acotada duración de 70 minutos.
En relación a la producción, se esperaba contar con Boris Karloff para el papel de hombre lobo pero no quiso aceptar la propuesta. Se utilizó un oso que peleaba contra la bestia que figuró en el trailer de promoción, pero no se incluyó en el film debido a que el animal escapó en medio del rodaje. Y lo más llamativo fue que el guionista Curt Siodmark, hermano del director Robert y ambos de origen alemán, se basó en sus experiencias vividas bajo el nazismo a la hora de escribir el libro cinematográfico. La metáfora de un hombre que vive una vida normal hasta que se transforma en un animal que reconoce a sus víctimas por la anunciación de una estrella muy similar a la de David.

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